El consumo
se conoce típicamente como la acumulación, compra o consumo de bienes y
servicios considerados no esenciales, como al sistema político y económico que
promueve la adquisición competitiva de riqueza como signo de status y prestigio
dentro de un grupo social. El consumismo, entendido como adquisición o compra
desaforada, idealiza sus efectos y consecuencias asociando su práctica con la
obtención de la satisfacción personal e incluso de la felicidad personal.
Pero en
realidad el consumismo tiene papel central en los procesos sociales, ya que
este define nuestro estilo de vida. Este envuelve todo lo que tiene que ver con
los gustos, la familiaridad, el estilo de vida y el prestigio de la persona.
El
consumo no es ni una práctica material ni una fenomenología de la abundancia,
sino que el consumo se define por la organización de todo el conjunto de
objetos y mensajes en un discurso significativo y coherente. El consumo es una
actividad relacional de manipulación sistemática de signos.
Actualmente todas las
personas de la sociedad compran y compran; todo por una satisfacción personal y
algunos que otros por necesidad.
Es muy importante
conocer mejor acerca de esta problemática que del consumismo pues cada día se
vuelve más fuerte en la sociedad.
Existen varios
factores que influyen e inducen a la compra y uno de ellos es el avance
tecnológico y la publicidad. El avance tecnológico nos permite producir más de
lo que demandamos y ofertar más de lo que necesitamos.
Es necesario tomar
conciencia y controlar esta situación, saber cuánto y que debemos comprar y no
caer a la tentación de comprar sin necesidad de hacerlo pues es el primer paso
para ser parte de los consumidores compulsivos.
Todo en la vida en exceso
es malo. Ser una sociedad consumista no es malo, pero si se vuelve una sociedad
que consume solo por abundancia, por solo querer más y más, si se vuelve una
sociedad enferma.
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